Por: Rubi A. Be Chan
Publicación original: 19 de noviembre del 2014
Esta hermosa y admirable mujer que todas las noches se encuentra sentada a las afueras de la terminal de autobuses, con una palangana repleta de polcanes, panuchos y salbutes de un sabor exquisito, es doña Emiliana Sima, el rostro humano de Ticul, una mujer con 68 años de vida y 37 dedicada a la venta de esos ricos productos. Así es, 37 años, cuando muchos de nuestros lectores aún no nacían.
Doña Emiliana es una mujer Ticuleña que desde muy joven se casó, y siendo su marido campesino, se la lleva a vivir a la "milpa", que queda muy lejos ya que para llegar a ella había que viajar unas 3 o 4 horas en autobús y otras 5 a pie. Porque eran montes de Morelos, Quintana Roo.
Doña Emiliana se pasaba largas temporadas allí y muy de vez en cuando le permitían venir a Ticul. En esas temporadas en que se encontraba aquí en su tierra, es en donde ella aprovechaba para preparar su venta junto con su mamá que también se dedicaba a lo mismo. De allí se hacía de un dinerito para que cuando le tocara regresar a la milpa, pudiera llevar algunas cosas, aunque su marido desconocía que por su cuenta hacía esa actividad ya que no se lo comentaba por miedo a que no la apoyara.
Un día decide no volver a la milpa por muchos problemas en su matrimonio, y por ser una vida muy difícil la que se llevaba en la milpa. Se separa, pero meses después su esposo vende todo y viene a Ticul con sus animales de traspatio y dos sacos de maíz, y es en ese momento en donde ella le dice a su esposo que ese maíz lo ocupará para su venta y él acepta.
Así que comienza a llevar su venta a la estación de trenes a eso de las 4:30 de la tarde. Cuando el tren llegaba con rumbo a Peto, apresuradamente se subía en él, cargando palangana y sabucan y sorteando la suerte entre vagón y vagón, hasta llegar a Oxkutzcab, en donde se bajaba y tomaba el autobús de vuelta a casa.
Fueron tantas las veces que subió y bajó del tren que en una de esas cayó mal sobre un riel, y se fracturó una pierna y por ello tuvo que pasar un año en rehabilitación. En esa etapa, su familia le dijo que se había acabado lo de la venta y que ya no volvería, ella dice que pedía a Dios recuperarse para regresar ya que sabía que ese ingreso era importante para ella misma y su familia.
Al igual que otras personas, Doña Emiliana sufrió mucho cuando el tren no volvió, les quitaron una venta segura y se sintieron angustiadas pensando que ya no podrían desplazar sus productos, pero gracias a Dios en la terminal de autobuses siguen vendiendo fijo, aunque a veces no se vende todo.
Doña Emiliana tuvo 9 hijos y todos ya tienen su vida hecha. Con ella está una nuera que la ayuda a preparar sus ricos antojitos. Y aunque le piden constantemente que ya no se esfuerce, no se ve viviendo de otra manera.
Doña Emiliana vive hasta el día de hoy y aún nos deleita con sus ricos antojos, vaya un gran reconocimiento por todos esos años y que Dios la conserve fuerte y sana.
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